- Por Susana MendozaAgazapado en su curiosidad el físico nuclear Modesto Montoya Zavaleta ha desarrollado desde niño ese extraño amor por la ciencia pero no sólo por la investigación sino también por su promoción y lo hace desde el Ceplan, TV-Perú y como organizador del ECI- 2011.
¿La ciencia qué certeza le ha dado?Ninguna. La ciencia es una actividad de duda y curiosidad. De experimentación. Me permite no ser engañado. Sólo se acepta lo comprobable.
¿La curiosidad es genética?Hay una parte genética. En mi caso, por el lado de los Montoya. Me han explicado que el apellido tiene origen judío.
La curiosidad es vital…Bueno, a mi la curiosidad me colocó en peligro de muerte varias veces…
Tiene alma felina…Tengo la curiosidad del gato, pero no necesariamente la vida (risas) Una vez casi me vuelo un dedo por hacer un experimento en el taller de mi papá. Otra, me quemé con el agua por hacer un ensayo con el Primus ¡Felizmente eso no mató mi curiosidad!
Si no tiene alma felina ¿qué alma tiene?Alma curiosa. A veces le pido el celular a una chica, y ella me dice ¿por qué me lo pide? Por curiosidad, le respondo.
¿A los 62 años es más sabia la curiosidad?Los temas son otros, pero la curiosidad es la misma. Hay que comprender por qué suceden las cosas como se ven.
¿Comprende el alma femenina?Cada mujer es un mundo diferente. Tiene la inteligencia emocional más desarrollada que el hombre. Por ejemplo, al finalizar una fiesta un hombre sale tal cual entró, sin aprender nada. En cambio la mujer se entera la vida de todos. En serio (risas) Lo que pasa es que los genes son los mismos, no han mutado: el hombre se comporta como primitivo, sale de la cueva de frente a matar la presa. En cambio la mujer, busca los frutos en el bosque. Además tiene memoria bidimensional, odia y quiere más.
¿Qué creencia peruana le parece absurda?Hasta ahora no entiendo cómo el Perú se ha convertido en católico si se le impuso. Recuerde la extirpación de idolatrías, la Santa Inquisición. Si ahora nadie la impone ¿por qué no recuperamos nuestra cosmovisión andina?
¿Es difícil ser científico y funcionario público?Si uno es científico y funcionario público tiene ventajas y desventajas. La primera, es que no tengo competencia pues la ley de presupuesto de la República prohíbe el ingreso de nueva gente, o sea que nadie me va a poder reemplazar; y para haraganes como yo, nos podemos pasar la vida sin hacer mucho y no nos pasa nada (risas). La desventaja: está prohibido ascender.
¿Y la sensación de ser irremplazable qué le produce?A mi edad sigo siendo único (risas) tengo 62 años ¡Imagínese!
¿Es un científico ambicioso?Si, pero soy de la generación de los 60’, del idealismo, los hippies, los guerrilleros, de los que daban la vida por su país. Pero también pertenezco a una cultura andina, que me la trasmitió mi madre, fanáticamente arraigada a su tierra, Salpo. Cuando mi papá nos llevó a Chimbote, sólo estuvimos tres años porque ella se regresó conmigo.
¿No ha hecho investigaciones fuera del país por esa razón?Así es. Le explico. Como no había secundaria en Salpo, estudié en Chimbote. Allí, no existía universidad, y me fui a Lima; y cada vez que visitaba a mi madre me hablaba de su campo, su chacra. He bebido de una raíz de la que no he podido separarme.
Eso explica por qué no salió del país…Decidí en un momento de mi vida, al regresar de Francia en 1982, promover la ciencia en el Perú, que los científicos tuvieran reconocimiento. Ese fue mi plan de vida. Por eso no me dedico 100 por ciento a la investigación, sino a instalar el espíritu científico aquí.
¿Por eso está en Ceplan?Si. Ojo que he sido destacado del IPEN al Ceplan. En este momento estamos elaborando metas que cumplir al 2021, en todos los campos. Uno de ellos es la ciencia y tecnología. No he cambiado de camiseta. Tengo la de la ciencia, del Perú, y no viajo mucho, salvo para algunas conferencias internacionales de física nuclear y aplicaciones.
Hacer ciencia es un apostolado…Es una palabra rara. El que hace ciencia en el Perú es porque le gusta hacerlo: “no se gana pero se goza”. Yo no sufro ni mis amigos. A decir verdad, el científico no sufre nunca. Hay tantas posibilidades en el mundo que si no está contento acá, se va.
¿Cuál ha sido su mayor placer?El más grande que he tenido en mi vida, a los 9 años, cuando descubrí cómo la luz del sol al ingresar por el hueco de una pared, se proyectaba en la otra. Se lo conté al director pero los niños se rieron. Me di cuenta que la mayoría no estaba capacitada para entender lo que había hecho. ¡Fue extraordinario!
¿Se sentía un niño especial?¡Por supuesto! Nadie alrededor mío me podía comprender. Empecé a ver cosas que nadie veía. Eso me producía felicidad.
¿Se lo contaba a su mamá?¡Claro¡ Mi mamita era la que me comprendía. Aquella vez me dijo: “muéstrame” Y no salió la imagen. “No te preocupes hijito, cuando salga me pasas la voz” Cuando por fin apareció, la llamé. Se alegró y me acarició. Ella me quería mucho.
Ella lo estimuló…Así es, y sin proponérselo. Sólo el amor de madre es fundamental para un niño.
¿Qué observa con más frecuencia?En este momento, me gusta mirar la diferencia entre las personas. Trato de adivinar a partir de su manera de hablar, de ser o apellidos, dónde ha nacido, de dónde son sus padres…
¿Y para qué?La satisfacción de una curiosidad no tiene que tener un objetivo. El espíritu de investigador no muere nunca.
¿Tiene nietos?Tres hijos y dos nietos.
¿La familia es un obstáculo para que el científico desarrolle?Cuando era estudiante de la UNI todo el mundo decía: “el que se casa se friega” Aún ahora escucho: “Si uno estudia y se casa, se fregó”…
¿Usted se fregó?No, para nada. Me casé a los 21 años, y ella a los 18. Nos divorciamos, pero no significa que nos haya ido mal. Luego me casé con una matemática.
Le gustan las mujeres científicas…No, a decir verdad he tenido muchas mujeres, pero no por mi culpa. Sino por los caracteres. Un científico siempre investiga…Hasta mis hijos se quieren divorciar de mi…!!
¿Siente que para en su nube?Trato de estar siempre con los pies en la tierra, no sueño más de lo debido.
Usted es buen comunicador para ser científico ¿Lo aprendió?Yo era recontra tímido, destinado a ser obrero de Sider Perú porque allí practiqué mi secundaria técnica en Chimbote. Tartamudeaba cuando hablaba, no sabía expresarme. Pero la necesidad de comunicarme me hizo cambiar. Si los científicos no dan a conocer sus descubrimientos es como si no los hubieran realizado.
jueves, 3 de febrero de 2011
Modesto Montoya: Pertenezco a una cultura andina
jueves, 3 de febrero de 2011
0
comentarios
Labels:
Nacionales
Author:
Unknown
| Posted at:
7:56
|
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
0 comentarios :
Publicar un comentario