ROXABEL RAMÓN
Retroceda 15 años. Ubíquese en el Centro Histórico de Lima hacia mediados de los 90. Ahóguese en esa fusión de chillidos, bocinazos y música arrojada por las azules carretas de caset. Sienta el pulso de la inseguridad acechándolo a cada paso. Respire la honda, la ácida, suciedad del asfalto, regado en las esquinas por jugo de naranja, jugo de cebiche, orines.
¿Una Lima que ya pasó? Ni tanto. “Es como el cáncer. En el mejor momento regresa, y ni te diste cuenta”, compara el veterano taxista Gerardo Vega, desde la esquina de los jirones Ayacucho y Montevideo. En ese lugar se ha instalado, desde hace un mes, una especie de feria callejera: ropa sobre plásticos en el suelo, rumas de quesos serranos, sombreros, carretillas con frutos de la selva, zapatos, chanfainita, casacas de cuero en pleno verano. De todo.
A estas nuevas concentraciones se suman brotes nocturnos en las avenidas Abancay y Tacna.
“Están aquí desde la víspera del Año Nuevo. Era raro que los serenos los dejaran nomás porque antes, en Navidad, también vinieron, pero ellos [los serenos] los botaban. Ahora, cada ambulante tiene que darles S/.1 diario; también les invitan refresco o comida”, denuncia Cinthia Rojas desde su puesto de ropa en la galería Internacional. Se queja de los ambulantes que, además de restarle clientes, obstaculizan el ingreso de la mercadería. Admite, sin embargo, que ella también empezó vendiendo en la calle.
La denuncia del cobro de cupos la ratifican los propios ambulantes. Aleja Calero (40), quien vino de Cerro de Pasco hace tres años para curarse de una enfermedad, es una de las que pagan S/.1 diario. “Dos mujeres vienen a pedirnos para darles a los serenos. Es para que nos cuiden”, dice.
Al respecto, el gerente de Seguridad Ciudadana de la Municipalidad de Lima, Gabriel Prado, adujo que el 99% de su personal viene de la gestión anterior. “Precisamente los estoy evaluando. Voy a verificar esta denuncia de corrupción”, prometió. “Los ambulantes que no estén autorizados simplemente tienen que ser erradicados de inmediato”, agregó Prado.
Pero el problema es más complejo. Por ejemplo, está Aleja Calero. Sobre una porción de pista, vende pocas prendas de vestir que le compra a una amiga confeccionista. Así mantiene a sus siete hijos. Es madre soltera. Está también su vecina de puesto, una anciana de hijos ingratos, que subsiste con la venta de plantillas para zapatos. A diferencia de la mayoría de ambulantes erradicados del centro a fines de los 90 –habían amasado capital por casi 30 años–, Aleja y su vecina no podrían pagar por un puesto en una galería.
SE MULTIPLICARON POR DIEZ
A negociaciones largas y hasta batallas campales recurrió el ex alcalde de Lima Alberto Andrade para erradicar a 18 mil ambulantes del Cercado. Antes de acabar el siglo, nos dejó un Centro Histórico con menos de 300 ambulantes, cuyos rubros (lustrabotas, emolientes, periódicos, etc.) iban acorde al carácter turístico que quería –y logró– imprimirle a Lima.
A negociaciones largas y hasta batallas campales recurrió el ex alcalde de Lima Alberto Andrade para erradicar a 18 mil ambulantes del Cercado. Antes de acabar el siglo, nos dejó un Centro Histórico con menos de 300 ambulantes, cuyos rubros (lustrabotas, emolientes, periódicos, etc.) iban acorde al carácter turístico que quería –y logró– imprimirle a Lima.
Hoy, según el gerente de Desarrollo Empresarial de la comuna, Miguel Rojas, hay cerca de 3.000 vendedores callejeros en el Centro Histórico, y más de 7 mil en el Cercado; más de 2 mil recibieron algún tipo de permiso municipal. Rojas acusa a la gestión anterior, la de Castañeda, de haber entregado autorizaciones por doquier y sin criterio: “Por eso tienes venta de comida en el cruce de Abancay y Cusco [la esquina con el aire más contaminado de Lima]”.
Dice que, mediante resoluciones gerenciales, sus antecesores violaron el Decreto de Alcaldía 062, de 1996, y por eso abundan ambulantes que exhiben el logo municipal, mientras atentan contra el medio ambiente y la seguridad pública. “El 31 de diciembre del año pasado caducó la licencia de todos ellos”, revela Rojas.
–Entonces puede erradicarlos.
–No, nuestra política es formalizarlos.
–¿Cómo y cuándo?
–Vamos a pedir que nos señalen ellos sus alternativas.
–¿Los va a retirar, no?
–No puedo responder eso. Pero vamos a priorizar el diálogo al choque frontal.
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