Eliminatorias de 1981. La selección peruana de fútbol se preparaba para disputar la clasificación al Mundial de España 82 ante Uruguay y Colombia. Los tres países iban a jugar partidos de ida y vuelta entre los meses de julio y setiembre de ese año. El técnico de Perú, el brasileño Tim, decidió realizar la convocatoria y concentrar al equipo en el hotel Country Club de San Isidro, lugar de alojamiento durante toda la competencia. Incluso allí recibieron la visita del presidente de la República Fernando Belaunde.
Tim tenía el plantel armado y su idea de formación casi definida. Sin embargo, en la nómina iba a considerar a Eduardo Malásquez y Franco Navarro , delanteros de Deportivo Municipal que destacaban en Descentralizado. Al final de esa temporada, Municipal clasificó por única vez a la Copa Libertadores eliminando en un recordado juego a Universitario. Al llegar al hotel y distribuir las habitaciones, el comando técnico decidió que Malásquez concentrara con el capitán Héctor Chumpitaz, el más experimentado de la selección presente en dos mundiales anteriores.
A la hora de la cena, el ‘Flaco’ eligió una mesa con su inseparable amigo Franco Navarro y algunos compañeros de generación como Roberto Rojas y Luis Reyna. Chumpi, por su lado, se sentó con Panadero Díaz, Juan Carlos Oblitas y otros referentes que venían de Eliminatorias pasadas. Apenas terminaron de comer, el capitán agradeció, se levantó de la mesa y se fue a descansar. Malásquez y los más jóvenes hicieron una larga sobremesa y se quedaron conversando por lo menos una hora más. Tim hacía lo mismo con sus asistentes disfrutando de un cigarrillo y una taza de café cargado.
A eso de las diez de la noche, todos se dirigieron a sus habitaciones a reposar porque había que entrenar al día siguiente por la mañana. Malásquez se despidió de sus compañeros, llegó al cuarto y abrió la puerta bruscamente. Encontró que Chumpitaz dormía pesadamente y como no tenía sueño decidió ver las noticias. Prendió la luz, encendió el televisor, subió el volumen y se echó relajadamente a enterarse del acontecer nacional e internacional. De pronto, el capitán despertó, saltó repentinamente de la cama, se paró al lado del ‘Flaco’ y con toda la molestia encima, lo encaró severamente
–Si usted va a estar en este cuarto, debe saber que acá se duerme a las nueve de la noche.
–Ya pues, ‘capi’, no exagere, no sea cargoso –respondió Malásquez. Sin embargo, no terminaba de hablar, cuando sintió una pesada mano en el hombro que casi lo tira al suelo.
–Aquí se hace lo que yo digo, ahora apaga y a dormir.
La noche siguiente, a la hora de alimentarse, los futbolistas respetaron las ubicaciones del primer día. Malásquez nuevamente se juntó con Franco, Reyna y Rojitas en la mesa de los jóvenes y la más inquieta por su carácter, sus bromas y sus chistes. Terminada la cena, los cuatro jugadores iniciaban la habitual sobremesa cuando el ‘Flaco’ observó que Chumpi se paró de su asiento y se iba a descansar. Interrumpió la charla, se levantó y salió detrás del gran capitán. Sus compañeros siguieron en su amena conversación.
Ambos ingresaron al cuarto, se pusieron el pijama, abrieron sus camas y se echaron a dormir sin cruzar palabra. Ni siquiera encendieron un rato el televisor. Como había adelantado Chumpitaz, a las nueve de la noche se apagaron las luces y hasta mañana.
Semanas después, Perú consiguió de manera brillante la clasificación al Mundial de España 82, el último que disputamos. Héctor Chumpitaz se despidió en el Estadio Nacional, en hombros de los hinchas, envuelto en la bandera nacional.
Eduardo Malásquez no jugó un solo minuto, pero logró una experiencia valiosa. Después tendría un paso sobresaliente en el equipo. Hoy, Chumpi forma parte del comando técnico de la ‘U’ y el ‘Flaco’ está por comenzar un programa deportivo en la tele.
Le deseamos suerte.
Por Daniel Peredo
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