Estás hablando con el baterista de Narcosis, no con un baladista. No busco la aprobación de nadie, mi papel no es ser figureti ni payaso. Tengo una responsabilidad cultural como artista, he tenido una posición frente las cosas y la voy a tener siempre.
Empecé a hacer música por mi papá (compositor y director de orquesta). Él tiene espíritu punk, pero me introdujo en la música clásica. A mí y a los cinco hermanos. En diferentes momentos, cada uno de nosotros aprendió a tocar el piano. Pero desde niño siempre he escuchado distintos géneros. No soy un músico de uno solo.
‘PELO’ ANTES DE LOS 20’S
A los 15 años (1984) empecé escapándome de un colegio de curas para ir a tocar a otros barrios y tener un lugar en la movida del rock subterráneo nacional. Conocí a la gente de Narcosis y me metí a la banda, así de simple. Hicimos una sola maqueta: “Primera dosis” (que incluía míticos temas comoSucio Policía y un caset con una portada en blanco y negro que mostraba la figura de un hombre acuchillado en la esquina de un callejón). Dicen que Narcosis es un referente del rock subterráneo… que lo sigan viendo así, porque lo es. Formó parte de un movimiento social que emergió en un momento político social específico y respondió a esa realidad. Fue un agente contracultural.
Uno de los conciertos que más recuerdo de esa época fue el Rock en río Rímac, un momento muy alto de este fenómeno ‘subte’. Albergó a mucha gente y acabó con la llegada de los coches de policías y las ‘burras’, los carros para llevarse a la gente. Se oían balazos y había policías en el escenario. ¡Fue un momento memorable!
Dos años después pasé a tocar con Eructo Maldonado; me resistía a dejar el punk. Editamos dos discos en el estudio de Miki González: “Qué pachó?” (1986) y “Rómpele la pechuga!” (1988). Allí realicé mis primera composiciones; aunque más que componer, descomponíamos, jaja!
Rápidamente entré a la banda de Miki. Me atrajo algo nuevo como el afrorock, además de tener la oportunidad de grabar de una manera profesional, algo que no había hecho hasta entonces. Fue una etapa de mucha experiencia. Debuté en un concierto ‘mano a mano’ con Los Shapis, en Huancayo. Luego grabé dos LP’s con él: “Tantas veces” (1988) y “Nunca les creí” (1989).
‘PELO’ A LOS 20’S
¿Por qué salí de la banda? Pues para ser un trabajador de la calle, para convertirme en un ‘chivero’: quería leer partituras y tocar, no importaba con quién ni el el género. Ensayaba la partitura en el día y tocaba en la noche y cobraba. Tenía apenas 20 años y quería atravesar por eso.
Fue en esta etapa que ingresé a Pataclaun. Primero para hacer la música y luego como otro claun más. Hice cinco montajes teatrales, pero no me desvinculé de lo primero: fui director musical y el productor de “Pataclaun en CD”. Dejé el colectivo cuando decidieron irse a la televisión, en 1997.
Lo que pasa es que, para mí, la TV se ocupa en un 95% de una labor no cultural. Es un negocio en el que se compran y venden contenidos totalmente descartables. Solo el 5% cumple con una labor importante. Lo demás es basura. Yo no consumo basura, por lo tanto no me interesa la televisión.
Dudo mucho que vuelva a ser claun. Yo entré de casualidad, luego se volvió un trabajo, una industria, y todo bien, pero a mí no me dio como para tanto. Me cansé de la payasada, también.
Luego hice la música de diversas obras de teatro y bandas sonoras; trabajé de productor, por ejemplo, de Madre Matilda.
Paralelamente a todo lo anterior, cuando tenía 22 años (1991), formé La Liga del Sueño. Sin ser injusto con las primeras etapas (los discos “Al derecho y al revés”, en 1994, y “Por Tierra”, en 1996), nosotros recién nos hicimos conocidos con el tercer disco, “Mundo Cachina” (que contiene hits como Mala sangre, “No es amor” y “La peor de las guerras”). Sony nos fichó y nos hizo famosos. Fue un buen momento profesionalmente hablando. Llegamos a los conciertos internacionales con bandas de peso, tocamos en festivales de Ecuador junto a Aterciopelados, La Ley y Lucybell; y también en Nueva York.
‘PELO’ A LOS 30’S
Soy de los que no creen mucho en la jerarquía industrial. Estoy más cerca de la música y el arte, que del comercio y la industria. La Liga se disolvió porque yo me fui a España. Tenía ganas de obtener experiencias personales, musicales y profesionales en un lugar donde hay una realidad cultural distinta. También quería alejarme de un país plagado de corrupción, lo cual hasta hoy sigue siendo algo con lo que me cuesta mucho vivir.
A los 30 años, antes de irme del Perú, hice mi debut en el cine con “Ciudad de M” (2000). Compartí elenco con Santiago Magill, Gianella Neyra y Christian Meier, entre otros. Y claro que me gustaría volver a actuar. Me han llamado para algunos papeles, y si hay un buen proyecto en cine o teatro, dejo momentáneamente la música. Ese año también marcó el regreso de Narcosis con la reedición de la maqueta en disco compacto, y con seis canciones más grabadas en vivo.
En España edité mi primer disco en solitario en el 2004, “Ciudad Naufragio”, que contiene la canción “Nuestro Secreto”, interpretada con Joaquín Sabina. Un año después me uní al colectivo Mayúmana, con el que pude hacer proyectos artísticos y obras teatrales.
A los 38 años (2007) volví al Perú para un reencuentro con la La Liga del Sueño, siete años después. Mi primer temor fue pensar si esto venía bien para mi camino en solitario. Pensaba mucho y dije: “Vamos a volvernos locos y continuar con esto”. Además, la cosa siempre estuvo abierta. Podríamos decir que a la banda solo le cayó mal un marisco…
La verdad es que yo alucinaba que el regreso iba a ser solo ante gente de la tercera edad o frente a una delegación del pabellón geriátrico. Pero hubo una buena respuesta y mucha gente nueva que había escuchado el single “No me busques más”, que estaba sonando en las radios.
También volvió Narcosis a los escenarios ese mismo año. Tocamos dos fechas en Colombia y fue alucinante: todos los punks de base tres, muchos chibolos, todos con crestas… Un poco más y salimos alzados en brazos. No terminamos ninguna de las dos porque no pudimos, con eso te digo todo, y se ratifica que esto sigue vivo. En Medellín hubo batida y terminó en pleito entre la gente y la policía, porque hay mucha represión y nuestras letras no ayudaban mucho. En Bogotá el público se subió al escenario a cantar con nosotros. La gente nos decía que nos había esperado durante veinte años.
Un año más tarde fue el retorno en el Perú, en el Sargento, junto Suda y Cuchillazo. ¿Si la escena ya no era la misma? Es que no se ha repetido esa conjunción de cosas en el país, las circunstancias diferentes que componían ese momento: no solo era una escena musical, era un momento de protesta.
También en el 2008 lancé mi segundo álbum, “No te salves”, el mejor y el más intenso de todos. Y, claro, el que marcó mi estadía actual en el país. Vine a hacer una gira y esta se extendió. Consideré que era un buen momento para un cambio y para unos años cerca de mi familia. ¿Sabes? Un buen viajero entiende cuándo debe volver a casa un rato.
‘PELO’ A LOS 40’S
Desde el año pasado tengo el proyecto The Love Cats, una banda de algo que yo llamo jazz&rock. Nos presentamos de vez en cuando y cada vez que tocamos es un éxito: lo que pasa en vivo es casi lo que pasa en un concierto de rock. También toqué con “El Enredo”, junto a Gian Marco, Pedro Suárez Vértiz, Daniel F, Marcelo Motta y Joaquín Mariátegui. Se trataba de una causa benéfica.
Lo mejor está por delante. El nuevo disco, trabajado en el Perú, lo lanzaré en verano del próximo año. También reeditaré el último con un nuevo tema, unacanción hecha con el poema homónimo de Mario Benedetti. Ahora me preparo para ser el telonero de Andrés Calamaro en Lima (11 de noviembre) y en Arequipa (13 del mismo mes), lo cual será todo un privilegio.
Alguna vez me han preguntado si ‘Pelo’ se había vendido por dejar de hacer punk… ¿Acaso mi música es más tranquila ahora? Depende de cómo veas las olas del mar, depende cómo sientas la tranquilidad. Si tengo que hacer una pachanga para que sientas que es movida, pues puede ser, pero no hago pachanga. Mis discos como solista son más intensos que todo lo que he hecho.
Eso sí, cada uno a su manera, todos los proyectos musicales que he tenido me han marcado. Fueron parte de un estado personal, de un aprendizaje. Para mí la música es una partitura en blanco, yo nunca dije: “Voy a hacer un tipo de música y solamente ese estilo”. Algunos lo llaman evolución, yo lo llamo multiplicidad, juego, inventiva. Un inventor no inventa solo licuadoras, también vacunas y otras cosas. Yo como músico soy un inventor, para mí los instrumentos son solo herramientas.
Ojo, no estoy en contra de la industria. He sido un rockstar desde que tengo 11 años. Sí, claro, uno diferente. Simplemente estoy con un pie adentro y otro afuera. El problema es que acá tienes que tener espíritu de vedette, por más que tienes cargada una guitarra eléctrica. ¡Yo no tengo espíritu de vedette! Por ejemplo, luego del beso que le di a Olenka (Zimmerman) en televisión, nos han llamado para varios programas. Pero no hemos ido a ninguno. Yo fui al de ella por amor. Si hago un show, que sea para ella. Fue bonito, resaltó mi carácter romántico.
¿Qué cómo hago para conquistar chicas bonitas? Je, las invito a que lo averigüen. Eso sí, no puedo con más de cuatro. Tres es un buen número, jaja.
Por Alfredo Espinoza Flores
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