“Caritas in veritate” constituye un mensaje religioso y social de la Iglesia, a través de la palabra de Benedicto XVI en el contexto mundial de la globalización. En ese marco se exponen ampliamente los principios de la fe cristiana, expresados en las enseñanzas de Cristo sobre la caridad y la verdad. “La principal fuerza impulsadora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad”, como dice el Papa.
Caritas, que es el amor, constituye una fuerza que nos impulsa hacia la justicia y la paz. Tanto el amor como la verdad absolutos y eternos están en Dios. Si bien cada persona es el proyecto de Dios, para que nosotros podamos realizar dicho proyecto tenemos que aceptar su verdad, esa verdad que nos hace libres.
El amor y la verdad son dos principios indesligables de la palabra de Dios; amor y verdad deben ir de la mano. Esa verdad que al descubrirla en Cristo nos hará libres.
Dios es, por eso, libertad, quiere nuestra libertad a través de las enseñanzas de Cristo, que se expresa en la Iglesia, entendida como la gran asamblea de todos los cristianos ante el espíritu y el cuerpo místico de Cristo.
La caridad y la verdad son pues dones que nos ha otorgado el Señor; en consecuencia, debemos construir nuestra vida y la vida de la sociedad a partir de dichos dones.
La caridad en la verdad, explica el Papa, es el rostro de Cristo y consiste en amar a nuestro prójimo a través de la verdad. “Él mismo es la verdad”, enfatiza Benedicto XVI.
VERDAD Y RAZÓN
Me permito detenerme en esta frase y en este concepto: Cristo es la verdad revelada.
Existe el concepto de verdad, en cuanto valor. Cuando decimos: “Hay que decir la verdad”, ratificamos la verdad como valor, porque tiene su propia eticidad. En consecuencia, los cristianos aceptamos la verdad revelada y la verdad como una forma de comportamiento.
Pero también está la verdad científica, que se basa en la comprobación de los hechos; llámase a esta verdad empírica o aquella verdad que tiene una coherencia interna, como sucede en la matemática y la lógica.
El Papa se refiere a la relación entre la verdad y la razón, y considera que no son incompatibles. El conocimiento científico que se basa en la demostración no es antagónico a la verdad divina; por el contrario, gracias al conocimiento científico nos acercamos a la verdad revelada por Cristo.
“El diálogo profundo entre fe y razón hace más eficaz el ejercicio de la caridad en el ámbito social y es el marco más apropiado para promover la colaboración fraterna entre creyentes y no creyentes, en la perspectiva compartida de trabajar por la justicia y la paz de la humanidad”, afirma Benedicto XVI. Y agrega: “Para los creyentes, el mundo no es fruto de la casualidad ni de la necesidad, sino de un proyecto de Dios”.
DIOS ES RAZÓN
Los cristianos al acercarnos a la verdad a través del conocimiento contribuimos a realizar el proyecto divino que es universal.
La caridad sin verdad nos puede llevar a una sensibilidad sin fundamento, por ello su íntima relación. De acuerdo con lo afirmado por el Papa, “en la verdad, la caridad se refleja en la dimensión personal y al mismo tiempo pública de la fe en el Dios bíblico, que es a la vez ‘ágape’ y ‘logos’, caridad y verdad, amor y palabra”.
Sucede que la palabra, el verbo, es logos. Lo es desde sus raíces, en hebreo y luego en griego, para ser traducido en latín como ‘verbo’, es decir, como palabra. Al principio existió el verbo, el verbo existe en Dios y el verbo existe en los seres humanos.
La palabra es, pues, razón. Y si Dios es el verbo en su propia esencia, Dios es razón, siendo así que la razón es verdad, entonces Dios es verdad.
La verdad divina no es aquella de la demostración, la verdad divina se deduce de la misma coherencia de nuestra razón. Es una verdad de coherencia interna, evidente para nuestra razón, pero que tiene un sustento en el amor. La verdad es hija de la caridad, por ello ese don que es Caritas convive y se expresa a través de la verdad.
Es una verdad sólida que no puede ser sometida a duda porque se sustenta en la fe.
En cambio, la verdad científica no tiene por qué necesariamente sustentarse en la fe. Por esta razón, la verdad científica, como lo reconocen diversos científicos, es un conocimiento falible, susceptible de error. En cambio, la verdad sustentada en la fe y en el proyecto divino no es susceptible de falibilidad, puesto que es una verdad de coherencia interna.
Entiendo que el amor en todas sus dimensiones es superior a la verdad científica, porque Cristo-Dios es amor y quiere, como Él lo hace, que nos amemos.
LA JUSTICIA O EL BIEN COMÚN
De la caridad, que es la esencia del amor, se derivan muchas formas de comportamiento.
Ese amor que Dios-Cristo tiene por los hombres es el amor que debe existir en las parejas. Ese amor de la familia, ese amor entre todos los seres humanos sin distinción y sin ninguna discriminación, ese amor nos hace humanos e iguales.
Es urbi et orbi, como explica el Papa. A través de la caridad y la verdad, nos acercamos a la justicia y a la paz. La justicia entendida como la vida en una sociedad no arbitraria y simétrica, que los cristianos denominamos bien común. Por ello para que haya paz social tiene que haber justicia, o sea bien común. El bien común en las diversas formas del quehacer humano, en la economía, la política, la cultura.
El bien común es una meta de la humanidad y el Papa advierte que es fundamental en esta era de la globalización, cuando la justicia debe primar sobre el dinero, el afán de poder y sobre una visión frívola de construir el mundo a través de la técnica, pero apartada del proyecto divino.
EL HUMANISMO CRISTIANO
Dios reconoce nuestra libertad, pero una libertad que debe fundamentarse en la caridad y en la verdad.
Pero también debemos distinguir entre la paz interna, aquella que tenemos en nuestra relación con Cristo, y la paz social, que es un proyecto divino para la realización plena y justa de la humanidad.
El humanismo verdadero es el humanismo cristiano porque se sustenta en la verdad revelada en Cristo y porque se sustenta en la razón, en el logos, que es lo mismo porque como se deduce de las enseñanzas de la Iglesia, Dios es “logos”.
Es mejor un humanismo estimativo que un humanismo epistémico, que solo sea epistémico. El estimativo parte de los valores y se deduce de ellos y el principal valor del cristianismo, después del amor a Dios, es el amor al prójimo. Si nuestra conducta la deducimos de este principio y nos comportamos de acuerdo con él estaremos cada vez más cerca de la justicia social.
Se llega a la justicia social a través del amor y no a través de la demostración científica y de la técnica. Ambas sin amor pierden su profundo significado. La ciencia y la técnica son el producto de la razón, pero la razón humana es un don otorgado por Dios, por su infinito amor. En consecuencia, es un amor divino.
LA AUTORIDAD POLÍTICA MUNDIAL
El Papa nos habla del papel del Estado, cuya finalidad es servir a la sociedad, ponerse al servicio del ser humano, libre y autónomo.
El papel del Estado en el mundo actual debe ser solidario y también deben ser solidarios los organismos internacionales en la lucha contra la pobreza, la marginación y la exclusión.
Esta solidaridad debe basarse en el principio de subsidiariedad, referido a la reciprocidad.
“La subsidiariedad no es paternalismo, es participación de la persona en la construcción de su desarrollo integral, es reciprocidad entre el que da y el que recibe. La subsidiariedad, a través de los cuerpos intermedios. Dicha ayuda se ofrece cuando la persona y los sujetos sociales no son capaces de valerse por sí mismos, implicando una finalidad emancipadora, porque favorece la libertad y la participación a la hora de asumir responsabilidades”, explica Benedicto XVI.
En este contexto, el Papa se opone al poder monocrático en la globalización, en la que se impone una concepción del mundo como única verdad.
Por eso afirma: “El gobierno de la globalización debe ser de tipo subsidiario”.
Frente a los problemas actuales de la globalización propone “una autoridad política mundial que fue esbozada por Juan XXIII”, que esté regulada por el derecho bajo los principios de subsidiariedad y de solidaridad, organizada y estructurada de forma justa para lograr el bien común.
“Caritas in veritate” es una obra inspirada en la verdad revelada, en el amor de Cristo, y en su verdad, que debe ser conocida y aplicada por todos.
Por: Francisco Miró Quesada Rada
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