El amor es ese algo que buscamos desde que tenemos conciencia de lo que hacemos (e incluso antes). Lo intentamos encontrar en amigos, profesores, padres y hasta mascotas, pero cuando llegamos a la adolescencia, muchas veces jugamos todas nuestras cartas hacia esa persona que nos roba el sueño y nos hace suspirar. Ahora bien, si llegamos a este punto con algunos vacíos en nuestro interior, la etapa que pudo ser una de las más lindas de nuestra vida puede convertirse en un desastre.
El maltrato en las relaciones adolescentes es más común de lo que podemos pensar, por eso es importante estar atentos a ciertos signos que darán cuenta de que algo va mal. No solo las señales físicas evidencian la violencia entre parejas, también el cambio de humor.
“Si el joven está irritable, con celos excesivos, si se vuelve dependiente u obsesivo con la otra persona, entonces puede tratarse de un caso de maltrato, señala Janet Oliveros, directora del Centro Psicoterapéutico Peruano.
¿QUÉ HACER?
El psicólogo y director del Instituto Guestalt de Lima, Manuel Saravia, indica que para prevenir la violencia en relaciones adolescentes es importante desarrollar factores de protección. “Estos son internos: una buena autoestima, el desarrollo de habilidades sociales y la educación en valores. Para lo externo, debemos resaltar un uso adecuado del tiempo libre y el reconocimiento de los buenos amigos”, señala el experto.
Para conseguirlos es importante que los chicos crezcan en un hogar donde reciban afecto y protección, y en el que tengan la confianza necesaria para dialogar constantemente. Las habilidades sociales se desarrollan participando en actividades deportivas, de teatro, de arte, etc., y la educación en valores se da básicamente con el ejemplo. “Los niños tienen que tener claro que nadie debe maltratarlos ni física ni psicológicamente. Si en su hogar ven que sus padres les ponen apodos, los comparan o critican, entonces repetirán esas pautas en el exterior”, agrega Saravia.
Si su hijo o hija ya se encuentra dentro de una relación destructiva, lo más importante es evaluar juntos qué le aporta esta. “Hay que decirles que un enamorado o enamorada debe hacernos feliz. Si nos da ansiedad, nos duele la cabeza, no dormimos bien y nuestras notas bajan, entonces no estamos dentro de una buena relación”, refiere Manuel Saravia.
Por su parte, Janet Oliveros agrega que necesitamos hacerles ver a nuestros hijos que cuentan con nosotros. “Hay que escuchar sus opiniones para que no busquen consuelo en personas equivocadas”, afirma Oliveros.
EL AUTOENGAÑO
Es probable que, ante una relación violenta, los jóvenes nieguen totalmente la situación. La racionalización (minimizar los hechos) debe resolverse enfrentando el problema directamente. Para Manuel Saravia es un error castigar. “La prohibición puede volver más atractiva la relación”, señala. Por eso, hable claro y abiertamente.
Pregúntele a su hijo si sus objetivos de vida coinciden con los de la persona con la que está saliendo actualmente. “El segundo paso es afrontar la relación”, comenta Saravia. Lleve al chico o chica violento a la casa, conózcalo y converse con él o ella. Si da la cara, implica que existe cierto compromiso y la situación puede mejorar. Si nada de esto cambia, la psicóloga Janet Oliveros recomienda asistir a terapia. Así, un tercero puede ver el hecho más objetivamente.
Por Melissa García M.
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